¿Cómo afecta el azúcar y la sal de los alimentos a tu piel?
Probablemente a estas alturas ya tengas bastante en claro que, en mayor o menor medida, somos un poco lo que comemos. Sí, todo lo que consumimos tiene una incidencia directa sobre la forma en que nos sentimos y lucimos, y eso aplica a algunos alimentos en particular más que a otros. Por esto nos preguntamos cómo afecta el azúcar y la sal de los alimentos a tu piel.
Estos dos aditivos que no sólo agregamos a nuestras comidas conscientemente, sino que, en ocasiones, ingerimos sin estar al tanto de ello, lo que los vuelve muy peligrosos para la salud de los seres humanos.
En líneas generales, el consumo excesivo tanto de azúcar como de sal es un pésimo hábito para el organismo, por lo que son muchos los expertos que nos recomiendan que intentemos regular su ingesta en la juventud, cuando aún hay margen para evitar enfermedades asociadas a ellos.
Pero más allá de esta recomendación si se quiere a largo plazo, tampoco podemos perder de vista el efecto que el azúcar y la sal producen sobre la piel, siendo dos de los elementos que más pueden desequilibrar su funcionamiento y, consecuencia de ello, que se deteriore rápidamente.
Envejecimiento prematuro: ¿Por qué es mejor dejar la sal?
En el caso del azúcar, el síntoma más visible de un elevado consumo de este endulzante natural es el envejecimiento prematuro de la piel, probablemente acompañado de cuadros de acné.
En efecto, aunque no son la única manifestación de tener demasiada azúcar en sangre, los molestos granitos sí pueden estar alertando de esta problemática, no sólo haciendo que la piel parezca más vieja de lo que es, sino además inhibiendo su acción cicatrizadora, por caso.
Mención aparte merecen los edulcorantes, cuyo impacto sobre la piel no difiere demasiado del que tiene el azúcar tradicional, por lo que no deberíamos confiarnos de este reemplazo.
¿Cómo afecta la sal que comes a tu piel?
Si nos detenemos en la sal, hay que recordar primero que se aconseja no ingerir más de cinco gramos al día, ya que el excedente se almacena en órganos y tejidos, deshidratándonos.
De hecho, la sal que sobra es una causa común de la retención de líquidos en personas de edad media o avanzada, complicación a la que se añade la sequedad tanto en el cabello como en la piel.
Es fácil distinguir la piel de alguien que consume más sal de la que se le sugiere, porque sus arrugas están muy marcadas, y el contorno de los ojos contribuye a la formación de bolsas y ojeras.